Columna invitada

Personal de enfermería y médico, entre el miedo y el cumplimiento del deber

No sólo enfrentan la escasez de insumos básicos, sino también sufren agresiones de la población porque les parecen fuentes de contagio


Pánfilo Pérez

A pesar de que son los primeros en hacerle frente a la pandemia de Covid-19, el casi medio millón de personas que se dedican en el país a la enfermería enfrentan la escasez de insumos básicos, cubrebocas y guantes, y hoy también están expuestas a los reclamos de la población, no toda, es cierto, y sufren agresiones de ésta porque les parecen fuentes de contagio.

Y mientras en otros países les aplauden, les dedican homenajes populares, les regalan una oración, en México reciben desde palabras de desprecio, intimidación, rechazo, negación al servicio de transporte público y privado e incluso, agresiones directas. En un caso denunciado en Jalisco, bañaron con agua clorada a una enfermera.

Una mezcla de miedo, pánico e ignorancia, intolerancia, indolencia, que cala hasta los huesos porque muchos de los agresores no respetan las mínimas recomendaciones para evitar los riesgos de contagio. Sí, ellos han estado ahí para recibirlos y atenderlos aún en la carencia y el riesgo de contagio propio.

Ingratitud, diría una mujer de edad adulta, pues ellas también tienen miedo no sólo al contagio personal, sino a lo que pudiera pasar con sus familias, sus hijos, sus padres, sus hermanos, sus parejas. Hay quien decidió aislarse de su familia para no correr el riesgo.

Ignorancia sí, porque vamos creyendo todo lo que las redes sociales y les negamos esa respetabilidad en el quehacer profesional que se han ganado por estar ahí, donde no les vemos, todos los días y a todas horas, todo el tiempo, dando muchas veces más de lo que hoy les escamoteamos, creyendo que ellas, ellos, son “los jinetes del apocalipsis”.

Egoísmo, porque no nos ha importado lo que las enfermeras y las médicas, los enfermeros y los médicos, el personal de auxilio, puedan sentir o experimentar cada día en que se van y vuelven de sus servicios con el único propósito de atender a quienes no tuvieron un tiempo para cuidarse. 

Irresponsabilidad sí, porque en el sentido estricto ellas no son responsables de la pandemia ni del contagio que cada día crece, ni de la indiferencia de aquellos que, por ignorancia, indiferencia, “valemadrismo”, no siguen las medidas básicas de higiene, bueno, ni siquiera la de lavarse las manos con jabón frecuentemente, pero cuando están en un hospital piden a gritos su presencia.

Acciones que no hacen más que empeorar la situación, que nos deben llevar a reflexionar en las historias de vida que también se han escrito en el marco de esta pandemia y que mañana las pondrán en lo alto y no las de ahora que dejan ver que tan grande es nuestra miseria, la humana.

En otros lares la gente agradece a los héroes anónimos que todos los días y todas las horas luchan por contener la pandemia del coronavirus; en México seguimos siendo malagradecidos con las enfermeras y las médicas, con los enfermeros y los médicos y el personal de auxilio, que también tienen familia y lo que menos quieren es contagiarse para no contagiar a los suyos, para no contagiarnos a nosotros.

Es hora de sumar, de reflexionar que, para evitarles las cargas de trabajo y no puedan atendernos, para que no tengamos que solicitar auxilio médico a gritos, si no queremos padecer de un contagio, lo mejor será quedarse en casa, y así les estaremos agradeciendo todo lo que están haciendo por nuestros enfermos a pesar del riesgo y las carencias. ¿Qué haríamos si decidieran irse a guardar a casa?

Artículos relacionados

Back to top button
error: Content is protected !!